Sunday, September 03, 2006

EL MUNDO QUE NOS RODEA/Jaime Vera Videla

El mundo que me rodea me parece a veces sin sentido y sin dirección. ¿Por qué estoy viviendo? ¿ Hacia dónde voy? Estas preguntas surgen en mi mente mientras vivo el presente que es el único que puede darme respuestas, aunque a veces no las quiero realmente.
Voy detrás de las pistas que me va dejando el caminar, pistas que no he podido descifrar. Hay veces en que he pensado que la gente que me rodea tampoco sabe hacia dónde va, sólo sabe lo que quiere tener, dinero y nada más. El dinero es la llave para entrar al palacio de lo material y carnal. Me parece que para el mundo no existe otra cosa con importancia, pero ¿Es el dinero y la riqueza lo único verdadero?
La verdad está en uno mismo, como decía el filósofo. De todas formas debemos saberla buscar. Toma la experiencia de tu vida y ponte a reflexionar. Si haces esto verás lo falso y lo verdadero, el bien y el mal. Que nadie te inculque ideas que te pueden perturbar. Hay mucha mentes en este mundo que se creen dueñas de la verdad. Yo te digo hermano y hermana, tú tienes cabeza y también puedes pensar, aunque sea de vez en cuando, tus propias conclusiones puedes buscar. No te dejes llevar por lo que piensan los demás, tus creencias, tu cultura, son elecciones propias, tus sueños, tus fantasías, tus gustos y tus pasiones.
La vida a veces nos golpea, pero no debemos dejarnos vencer, hay que dar siempre la pelea. Sea como sea, de los problemas tenemos que salir, pero con cuidado de meterte en uno aún más grande. Ten cuidado en tu diario caminar, no confíes en todas las personas, a la defensiva y sin descuidarte, puñaladas por la espalda te pueden alcanzar.
Qué fácil es hacer daño en este mundo decadente. Ya todo se está transformando en traición, abuso y violencia, solamente se actúa y sin medir las consecuencias. Pero no somos sólo nosotros los que estamos pagando los efectos de nuestros defectos. También contaminamos el medio ambiente y explotamos todo ser viviente, por lo mismo nuestra madre tierra está dañada y muy triste. ¿Por qué no la cuidamos? ¿no recordamos que somos sus hijos? Gracias a ella existimos, de ella proviene nuestro alimento, el agua. Así es, la que nos provee de todo es la naturaleza, toda su energía nos transfiere y nos irradia con su belleza. Antes sólo tomábamos de la tierra lo justo y necesario, ahora la sobreexplotamos para ganar más dinero.
Hemos progresado mucho en comunicación, en mecánica, en medicina y tú dirás: ¡Qué bien está funcionando nuestra civilización! Pero no está bien, mira a tu alrededor. Hemos adquirido mucha inteligencia (no sabiduría), pero la estamos usando mal, pues sólo la enfocamos hacia lo material, olvidando lo espiritual. Es en este plano en el que debemos evolucionar, quizá de esta forma podremos cambiar. El equilibrio debemos lograr, pues la balanza de la vida en el mundo se encuentra cargada perjudicialmente. El universo posee un orden y un equilibrio que lo mantiene en paz. Si entendemos esto lograremos conseguir la felicidad que tanto queremos. Sólo así nos libraremos de esta cárcel que nos ha creado el poder y el dinero.
Cambiamos vida y sentimientos por dinero, sin darnos cuenta que todo lo que sentimos y lo que vemos se va reduciendo a cero. Éste es el mundo que yo veo, no es fantasía, no es ficción, todo esto es verdadero. No sólo criticar este mundo es lo que yo quiero, sino más bien crear conciencia es realmente lo que espero.

Sueños de Vagamundo/por Luis Fernández Torres

Pensar que esto, la palabra en el aire, ya lo había vivido. La historia se repite tan constantemente sin dar anuncios, ni novedades que puedan estabilizar nuestras vidas en completa armonía con el resto de los hombres, como Dios lo estableció, que pienso como Anguita “en el gusano”.
Me pregunto ¿ por qué dices “yo puedo”?, Si tu esfuerzo es tan mínimo y solo te dejas llevar por lo que un sistema establecido te ofrece. Entonces, qué es lo que tú puedes dar por cambiar solo un poco esta ya aburrida rutina, o es que aún no te das cuenta que tu inteligencia es única e infinita en el universo.
Te dejo el siguiente pensamiento: tú al igual que yo y todo el resto de los habitantes de este caprichoso mundo, fuimos creados con sentimientos nobles y una capacidad sin límites de imaginación. Pero, lamentablemente solemos deambular por lo prohibido, casi descalzos, sabiendo que arrastraremos solo dificultades a nuestras vidas. Nos prohiben y más curiosos despertamos, pues no hemos sido enseñados a diferenciar lo mágico de lo real. Para aquellos que silencian la voz a nuestras inquietudes y dudas y que se escurren por la arena dejándonos a la deriva en un mar de tentaciones, que nos incitan a comprar, a depender de lo material, llegando incluso a blasfemar por adquirir los bienes proyectados en la idealidad macabra de la tv, para ellos, los débiles les dejo ese mensaje.
Enseñanzas escasas son las que recopilamos y solo nos queda la propia experiencia, las que a diario nos ofrece la vida. Las alegrías que muy de vez en cuando se nos presentan, no logran hacernos sonreír ni olvidar el resto de las preocupaciones del mundo. Nos atormenta el qué dirán, el rechazo, ya que vivimos pendientes de dar una imagen perfecta, aunque no purifiquemos nuestro corazón completamente. Deambulamos con diferentes disfraces, en lo posible, uno para cada ocasión tratando de agradar, incluso, con una impostada forma de hablar, esa que dejó un actor de cine o de la última teleserie. En fin, no podemos vivir eternamente de apariencias ya que únicamente engañamos nuestra alma y la tradición valórica que nuestros antepasados nos entregaron.
Los actuales tiempos son rápidos y es posible que la misma tecnología que hemos creado nos esté superando y consumiendo. Nos esclaviza. Sin embargo, en algún momento fuimos nosotros sus creadores. Debemos meditar y tomar una decisión, hoy, no mañana. Lo inalcanzable danza hoy frente a nosotros y es nuestra responsabilidad el acercarnos y dejar que la imaginación y el espíritu tomen posesión de aquellos terrenos dejados al olvido. Sembremos de flores el desierto, aunque nos califiquen de locos. !!!De los locos será el reino de la tierra¡¡¡

Friday, August 04, 2006

MORIR EN CANA Por LAUTARO CONDELL

El caso de Marcelo es por demás triste. Toda su familia se encuentra recluida, es más al momento de morir su padre se encontraba a escasos metros, en otra celda. En la cárcel todos hablaban de su muerte. Algunos mencionaron el suicidio, otros, como yo, hablan de la falta de un programa de rehabilitación de la persona humana.

Ayer, a partir de una película chilena que muestra la antigua vida carcelaria, logré darme cuenta de que los métodos de rehabilitación del sistema carcelario chileno son exactamente los mismos de hace 40 o 50 años. Es evidente, no hay evolución en la forma con que el estado y la sociedad redime, cura o mejora al delincuente. Lo mismo de siempre. En la cárcel de San Felipe por ejemplo, existe la misma infraestructura de hace ocho décadas y no estoy hablando de una nueva cárcel, no, sólo hablo de la intención, de la inquietud ante la angustia del que sufre, de la conciencia de nuestra responsabilidad como vecinos de la misma sociedad. En cambio el estado chileno en nada se preocupa por la rehabilitación, encierra al delincuente para eliminarlo, sacarlo de órbita, dormirlo para ver luego, si por arte de magia el hombre sabe hacer otra cosa que no sea robar o traficar.

La situación del sistema carcelario en San Felipe y Chile es vergonzosa, por momentos hablamos de inhumana, al punto de dejar morir a nuestros jóvenes sin haberles entregado una verdadera oportunidad. Marcelo es igual a los millones chilenos de las poblaciones periféricas, los lugares más precarios y olvidados de nuestras ciudades, que se llueven en los liceos y que protestan en las calles con piedras, porque no existe otro horizonte para ellos o porque, como sociedad, no les hemos enseñado a hacer otras cosas. Es claro que las autoridades (es decir quienes tienen el poder de decisión en los recintos carcelarios) no cuentan con la conciencia y compromiso social suficiente para llevar a cabo la rehabilitación de las personas que delinquen. En realidad nunca ha sido su prioridad, solo están capacitados para reducirlos, acallarlos y encarcelarlos sin opción de una nueva vida. En ese sentido, no comprendo de qué sirven los asistentes sociales y sicólogos si no realizan un trabajo profundo y verdadero con los reos De haberlo hecho, Marcelo estaría vivo y en vías de recuperar su salud como cualquier persona enferma, salvado de morir en cana.

Wednesday, August 02, 2006

FUGA por LAUTARO CONDELL


Hace un mes, luego del motín en la cárcel de San Felipe iniciado tras la turbia muerte de uno de los reos y a propósito de mi labor como docente en el recinto, escribí un texto llamado Morir en Cana en este mismo semanario. Se trataba de un lastimero y triste escrito, que hacia alguna claridad apuntaba, alguna sincera palabra contenía, texto en nada reñido con la verdad.
A los pocos días, se me comunicó que el escrito había afectado, algo así como “la honra”, de aquellos que, como los presos, viven sus días de verde salvaguardando el encierro, es decir, gendarmería. Por esta razón, se me negaba la entrada al recinto para cumplir con mi deber de Profesor o como lo dijeron ellos, se pedía al Liceo de Adultos el cambio de docente. En otras palabras, era víctima de un atentado directo a la libre expresión.
Mi estadía como profesor, no estuvo ausente de aciertos. Con los emblemas de la libertad y creación, nos embarcamos con los internos en un pequeño, pero incesante quehacer cultural dentro de lo muros, produciendo en sólo cuatro años una antología carcelaria “Secándose en Las Sombras” y la adjudicación de un Fondart que sacó de la nada, 30 radioteatros que hoy se siguen escuchando por todo Chile. Se entenderá que en aquel tiempo fui “amigo” de gendarmería, instaurando juntos, al recinto de San Felipe como pionero en el desarrollo cultural y artístico de los reos a nivel nacional, siendo reconocido por la propia presidenta Bachelet.
Lo cierto es que las conductas autoritarias persisten y las policías aún no despiertan de su sueño dictatorial como si fueran los reyes de Chile, indicando lo que se puede decir y hacer en la comarca que todavía creen les pertenece. Sin embargo, eso no es lo más grave. Lo peor es que aún le tememos a las ideas del otro, a la discusión y la expresión de los ajenos pensamientos, como si se nos fuera la vida cuando el otro habla y algo de verdad se le escapa en las palabras. Porque al fin y al cabo el texto Morir en Cana fue palabra pura, idea. Aquí señores, no hay cuchillas, fusiles, no hay torturas, calabozos, cuartos de aislamiento, no hay muerte, sino ideas.
Ahora que se escuchan voces de una huelga nacional de reos, debido a las precarias condiciones de hacinamiento, hambre, y principalmente las nulas oportunidades de reinserción social, ahora que todo el mundo se ha dado cuenta de la verdadera vida dentro de las cárceles de Chile, al saber por ejemplo, de la ya constante muerte de internos por consumo de drogas: ¿A quien negarán la entrada para resolver sus problemas que sólo responden a una planificación arcaica?
Y nótese que la crítica no es al gendarme conciente que, como cualquier trabajador chileno, cumple con su labor. No, el problema está, insisto, en la desigualdad social y en que no hay un verdadero plan para reinsertar al ser humano.
Dejé de impartir las emblemáticas clases en la cárcel (por ahora), sintiendo nostalgia por el ser humano, el compañero caído en la desgracia que veía en mí, un respiro y una posibilidad de pensamiento, una ventana de divergencia, de crecimiento. Las clases del Liceo continúan y mi deseo es que por siempre lo hagan, aunque habrá que ver si la ceguera se agudiza o la mente vuelve a ver la luz, porque el reo tiene el derecho a la educación y aunque nadie lo recuerde, tiene derecho a rehabilitarse y soñar con un porvenir más limpio, más puro. Estar recluido no significa dejar de ser persona.
De todas formas agradezco la tremenda oportunidad de haber desplegado mis capacidades en donde más se necesitaba, agradezco también, la otrora disponibilidad y entendimiento al trabajo que nos propusimos con mis compañeros reos. Y por sobre todo, un abrazo y un mate amargo a los muchachos que me permitieron ser parte de su carreta.
Ahora no me queda más que optar por la fuga.